- Por María Rosa Fogeler
- Número 1 - Diciembre 2013
- 4- Homenaje
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“Leopoldo nos cambió la vida”
Por María Rosa Fogeler
En su despedida Ana Gorosito le dijo a sus hijos que en gran parte, su herencia sería que un día encontrarían a alguien a quien escucharían decir "Leopoldo me cambió la vida" y yo pensé que eso había ocurrido con la mía. Yo le decía que él me había sacado de la tarea de hacer el yoghurt y el pan casero, para introducirme nuevamente en la universidad. Conocí a Leopoldo en un cumpleaños infantil a fines de 1977. Estaba también Pipi Mayol, una amiga y en ese momento también vecinas. Ambas estábamos en plena etapa de crianza. Leopoldo nos convenció de iniciar la licenciatura en Antropología Social de reciente formación en la UNaM.
A pesar de nuestras responsabilidades, cursar la carrera fue una experiencia de estudio motivante, no sólo por el nivel de las exposiciones teóricas de los profesores titulares, sino también por el interés de profesores como Leopoldo, que con el fin de consolidar su inserción en la UNaM, realizaron un seguimiento de nuestros pasos, proporcionándonos explicaciones adicionales, sustento bibliográfico y facilitación de materiales de estudio. Luego de unos años, la experiencia se enriqueció con la posibilidad de participar en proyectos de investigación y realizar trabajos de campo en estudios rurales y urbanos. Todos éramos jóvenes y también tuvimos hermosas fiestas entre estudiantes y profesores incluyendo a nuestras respectivas familias. Valoro sumamente este ámbito de estudio. Una experiencia muy diferente a la que viví años antes cuando había sido estudiante de abogacía en la Universidad de La Plata Allí, la mayoría de los cientos de estudiantes en cada materia, dábamos exámenes en condición de libres, estudiando solos o con algún compañero/a y conocíamos a los titulares recién en las mesas de examen.
El trabajo del Dr. Leopoldo Bartolomé y sus compañeros de la Universidad de Buenos Aires en la Universidad de Misiones, contribuyó con un espacio académico de resistencia a la dictadura, en uno de los momentos más difíciles para las ciencias sociales en el país. Leopoldo propició la participación de la Universidad de Misiones en el Proyecto Hidroeléctrico Yacyretá concebido como un campo de acción y de investigación para la Antropología Social y el Trabajo Social y en la perspectiva también de gestionar mejores condiciones para la población desplazada.
Luego de un tiempo, la carrera cambió de escala, y el desafío fue la creación y valorización del posgrado en Antropología Social, actividad que sostuvo con enorme presencia hasta el final. Así como estaba en su oficina día y noche atendiendo a quien quisiera venir a plantear una historia, así también fue en su casa que hasta hace poco tiempo estaba abierta para quienes lo requerían y visitaban. Permaneció fielmente consecuente con sus proyectos académicos junto a sus colegas y acompañó el avance de las investigaciones antropológicas dentro y fuera del país, contribuyendo a jerarquizar a la Universidad de Misiones.
Leopoldo fue un hombre de bien, humilde, bueno, sagaz, inteligente, respetuoso de las diferencias y con un sentido del humor muy especial y sutil. Fue también un gran profesor que cultivaba los metálogos, los chistes y las anécdotas con un rigor lógico y una lucidez implacables para transmitir conocimientos y desarrollar la capacidad de observación de los patrones de pensamiento, acción y comportamiento. Cuando lo visitábamos podíamos apreciar su intenso trabajo de lector y la complejidad y profundidad de sus temas de interés también en otras ciencias.
Fue un querido amigo, profesor y vecino por más de 30 años. Yo lo despido también en nombre de mi familia, con infinito cariño y gratitud por su generosa entrega, su noble amistad y la enorme significación de su paso por nuestras vidas.