“Relaciones de género en el Mundo del trabajo rural”. Convocatoria Dossier del N° 25 de La Rivada - Diciembre 2025

   El escenario contemporáneo está signado por la diversidad de formas de trabajo (productivo y reproductivo), estrechamente relacionadas con la simbolización de género en nuestras sociedades latinoamericanas. En los últimos años una extensa literatura ha abordado distintas dimensiones de la relación género/trabajo productivo y reproductivo. Ante esto, es necesario mencionar brevemente dichos conceptos y su pertinencia en esta convocatoria, pues son conceptos y abordajes históricamente construidos. Al debate en torno al trabajo productivo y reproductivo, confluyeron distintas vertientes. Los enfoques económicos clásicos y neoclásicos, que han calado hondo, operaron con un concepto restringido de trabajo que se circunscribía a la actividad económica remunerada que se realizaba en el ámbito del mercado capitalista y recibía una remuneración por ser considerada estrictamente productivo (Benería, 1991).

   El énfasis estaba puesto en la división social del trabajo, omitiendo la primera y más importante división: la división sexual del trabajo (Federici, 2017; Guerrero, 2019). Por lo que, solo era considerado como “trabajo”, aquel que resultaba del “aporte de la fuerza de trabajo para la producción de bienes y servicios para la sociedad” (Wainerman, 2007, p. 330). De esta manera, se ignoraba la producción doméstica y el modo en que ésta se articulaba a la reproducción del sistema capitalista (Benería, 1999; Himmelweit, 2008); Carrasco, 2006; Wainerman, 2007; Hirata, 2018).

   En los últimos decenios del siglo XX, desde el paradigma materialista, se comenzó a problematizar las relaciones entre la comunidad doméstica y capitalista en la economía de los países colonizados; en cómo el capitalismo explotaba a la economía doméstica, provocando la reproducción de una fuerza de trabajo que no entraba directamente dentro de sus costos; además se instauró la problemática de deconstrucción y reconstrucción del concepto trabajo y de la división sexual del trabajo. Por lo que, a partir de diversas investigaciones el concepto de trabajo comenzó a incluir el “sexo social”; el “trabajo doméstico”, el trabajo “no profesional”, el trabajo “no asalariado” y el trabajo “no remunerado” (Hirata, 1993, p. 44; Meillasoux, 1977; Danielle Kergoat 1978; 1982).

   De esa manera, proliferaron, paulatinamente, una serie de investigaciones y discusiones con la incorporación de una definición amplia y polisémica de “trabajo” que permitió recuperar las otras formas del trabajo que no se desarrollaban únicamente en el ámbito mercantil, en especial el trabajo femenino, comparativa, teórica y estadísticamente hablando.

   Los aspectos señalados, nos permiten remarcar las limitaciones de los enfoques que analizan los procesos organizativos del trabajo sin señalar las formas de organización social en relación a los trabajos domésticos o reproductivos. Sumado a esto, se produjo una ruptura mayor con las posturas tradicionales, al introducir la noción de cuidados y el énfasis en los procesos que sostienen la vida, asignados en mayor medida a las mujeres. Así se lograron hacer inteligibles las tareas del cuidado como un principio básico de re-producción de la fuerza de trabajo y, por ende, de la producción de valor. Esto resulta clave si pensamos que, a nivel general, justamente, desde la década de 1970, con la crisis de la familia nuclear, la profesionalización y la incorporación masiva de mujeres al mundo de trabajo asalariado, éstas se incorporaron a trabajos más relacionados con el cuidado y lo doméstico, es decir, lo “femenino”. A la vez que la carga del trabajo no-asalariado (domésticos y de cuidados) llevado a cabo en el hogar no desapareció, sino que se superpuso, por lo menos para las trabajadoras de clases bajas, por lo que el disciplinamiento y la devaluación del trabajo reproductivo continúo siendo valioso para la acumulación capitalista (Federici, 2017).

   En ese mismo contexto, en los países anglosajones se comenzó a debatir sobre “el cuidado”. Concepto que surgió para representar el trabajo de reproducción englobando la parte más afectiva y condicional de la actividad de cuidar (Anderson, 2006; Batthyány, 2009). Luego, suscitó la incorporación teórica de estudios feministas y de género que se concentraron en dotar de estatus conceptual y analítico al mismo.

   Respecto, a la categoría de cuidado, debemos recordar que no existe una definición unívoca de cuidado, más bien, en la actualidad adquiere múltiples acepciones inter e intra disciplinas y dentro de las ciencias sociales en sí. Rememorar, además, que la falta de acuerdos a la hora de nombrarlo o de pactar una definición no ha impedido que las investigaciones y análisis sobre el mismo con distintas metodologías, fuesen en aumento año a año.

   Por nuestra parte, para esta convocatoria de dossier, concebimos que existen posturas que lo reconocen como un trabajo asociado al amor y a la identidad femenina, como así también otras que lo definen como un trabajo, tanto remunerado, como no remunerado, como una obligación ética de cuidar y ser cuidado, como eje fundamental del bienestar y del desarrollo humano, entre otros. Desde los aportes de la teoría feminista, entendemos al cuidado como una actividad esencial para la vida humana, que al ser un trabajo implica tiempo, conocimientos y relaciones sociales complejas. Cuyo estudio permite comprender las interrelaciones entre agentes, instituciones, políticas públicas y legislaciones que tienen lugar en cada contexto y las desigualdades estructurales atravesadas por la clase, el género y la etnia/raza en relación al mismo (Esquivel, 2011; Esquivel, Faur y Jelin, 2012; Hochschild, 2012; Faur y Jelin, 2013; Faur, 2014; Guerrero, Ramacciotti y Zangaro, 2019).

   Desde la perspectiva mencionada, el dossier convocará a investigadores/as a presentar artículos sobre trabajos productivos, domésticos y de cuidados que dialoguen con el panorama actual latinoamericano, recuperando los avances y apropiándose de los desafíos contemporáneos en la problematización de género/trabajo, en especial en la batalla librada en torno a la institucionalización del género como un fetiche académico carente de una reflexión crítica y una posición epistemológica.

 

Ejes:

-Economía, Trabajos y Cuidados;
-Trabajos feminizados y masculinizados del mundo rural;
-Trabajo rural y migración;
-Trabajo rural y economías alternativas;
-Discusiones teóricas epistemológicas en torno a los trabajos rurales en perspectiva de género.
 

Coordinadoras:

Laura Lorena Leguizamón 

Dra. en Ciencias Sociales y Humanas (UNQ), Mg. en Estudios Sociales para América Latina (UNSE), Especialista en Docencia Universitaria (UNCuyo), Lic. en Trabajo Social (UNLaR). Docente de grado y de posgrado (UNLaR). Directora de la Maestría en Educación Superior (Dpto. Humanas y Educación UNLaR). Directora de la Revista de la Carrera de Trabajo Social Abordajes. Coordinadora general del GT: Géneros y ruralidades (AASRu)

Diana Haugg

 Profesora y Licenciada en Historia (UNaM). Especialista en Estudios de Género (UNPAZ) y de Estudios del Trabajo (UNTdF). Doctora  en Antropología Social (UNaM). Docente de grado y posgrado. Editora de revista, consultora internacional e investigadora en proyectos radicados en Argentina y Alemania. Coordinadora general del GT: Géneros y ruralidades (AASRu).

Los envíos se realizan hasta el 23 de agosto del 2025 al correo Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Necesita activar JavaScript para visualizarla.

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