La gestión editorial quizás sea una de las actividades más sustanciales del campo académico en la medida en que permite la difusión y circulación de los conocimientos producidos por medio de la investigación científica. Las implicancias de esta tarea son inconmensurables no sólo para el avance de la ciencia sino también para la configuración de una comunidad científica de pares. Sin embargo, a pesar de la trascendencia que tiene la actividad editorial, aún constituye un espacio de trabajo poco reconocido y visibilizado.
No por casualidad, en 2015, los investigadores que integran los comités editores de las publicaciones científicas nacionales elevaron a las autoridades del Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación, al CONICET y a la Secretaría de Políticas Universitarias, el pedido de reconocimiento del trabajo de gestión editorial como un componente relevante de las actividades que son consideradas en las diversas instancias de evaluación de investigadores. Más allá del resultado de este pedido, -que sinceramente ignoramos- este hecho fue un paso importante para promover la visibilidad del trabajo de gestión editorial por parte de los propios editores, haciendo valer la premisa de que “el desarrollo de las publicaciones científicas es un elemento fundamental de los sistemas científicos”.
Desde el año 2013, La Rivada viene construyendo un espacio de trabajo horizontal y colectivo con el objeto de hallar un lugar en el contexto de publicaciones científicas en ciencias sociales dentro del país y desde la Universidad Nacional de Misiones. Este camino se fue consolidando con el aporte de autores y evaluadores externos que solidariamente han colaborado para sostener la calidad de la publicación. Los editores hemos aprendido mucho en las alternativas de diálogo habilitadas en este derrotero: una revista que pretende lograr visibilidad, ser un referente en las diferentes formas en que el conocimiento científico puede difundirse y poder brindar un espacio para temas y perspectivas diversas, emerge –paradójicamente- como producto del esfuerzo y compromiso del trabajo anónimo de los investigadores. En septiembre de 2016, tomamos la decisión de iniciar el proceso de indexación de la revista confiados en que ya teníamos la experiencia de trabajo suficiente y un producto editorial de calidad para dar respuesta a esa demanda, que no sólo era un requisito necesario para calificar en base a los parámetros de evaluación en publicaciones científicas, sino que era también un pedido de los autores que elegían a La Rivada como espacio para dar a conocer sus investigaciones. En mayo de este año, hemos logrado la categoría nivel 1 de revistas científicas Latindex-CAICyT, lo que viene a validar, de algún modo, aquel trabajo invisible de los editores y colaboradores.
Aprovechamos la ocasión de esta Editorial para agradecer, reiterando nuestro mensaje de junio pasado a la comunidad académica, el compromiso de todos los que colaboraron -y aún lo siguen haciendo- para consolidar este proyecto editorial: a los autores de la institución, de otras universidades del país y del extranjero que confiaron en la revista para dar a conocer los resultados de sus investigaciones sin que la revista estuviera aún indexada; y a los evaluadores internos y externos que, con sus arbitrajes serios y minuciosos, nos ayudan a mantener la calidad de lo que se publica. El proceso de indexación ha sido exigente y riguroso. Nos demandó un gran trabajo adicional para poder cumplir con los requisitos de las nuevas normas con las que fuimos evaluados.
En este sentido, agradecemos también a los diseñadores gráficos y web que, junto con nosotros, se abocaron al intenso trabajo de rediseño de la revista para adaptarnos a esos requisitos. Finalmente, agradecemos al Director de la publicación, a los miembros del Consejo Asesor y a las autoridades del Consejo de Investigación de la Secretaría de Investigación y Postgrado por la confianza, el apoyo y la libertad absoluta para desarrollar nuestra propuesta editorial sin condicionamientos desde que La Rivada era apenas una idea hasta hoy que nos encontramos como un equipo editor consolidado.
Éste es un logro que compartimos con los lectores, a quienes agradecemos sus visitas y consultas permanentes a nuestra página web. También ellos hacen posible y justifican nuestra tarea. Esta Editorial -sabrán disculparnos los lectores- está signada por la necesidad de agradecimientos, queremos ahora mencionar con nombres propios a las personas que posibilitaron el proyecto desde la gestión institucional. En primer lugar, a Cristian Garrido, coordinador intrainstitucional de la revista y actual Secretario de Investigación, quien, apoyando siempre nuestro trabajo, hizo todo lo posible para que La Rivada surgiera y continuara. Seguidamente, a Belarmina Benitez de Vendrell quien también fue promotora de la idea de la revista y depositó su confianza en nosotros como Secretaria de Investigación; y a Ana María Gorosito quien, desde este mismo rol, continuó con ese esfuerzo.
Finalmente, a Luis Nelli, Gisela Spasiuk y Rubén Zamboni, quienes, desde Decanato, y en diferentes momentos de estos años, entendieron la relevancia de la revista y de su continuidad en el marco del desarrollo de una política académica del conocimiento y dieron su apoyo institucional.
Si bien nuestro trabajo continúa como siempre, solidario en la trastienda y comprometido con una finalidad colectiva más allá de nuestro pequeño mundo institucional, valoramos la indexación como un hito o bisagra entre una etapa de producción que fue definiendo progresivamente el perfil de la publicación y la que iniciamos ahora con la responsabilidad de mantener lo logrado y seguir creciendo en el campo de producción de conocimiento de la academia argentina y latinoamericana.
Más allá de esta alegría coyuntural, nosotros seguimos trabajando. En este número 8, los lectores tienen la oportunidad de acceder a un Dossier organizado por un grupo de nuestros editores y presentado por Carla Traglia y Daniel Ochoa Gutiérrez -que recoge una selección de los trabajos que se expusieron en la Primera Jornada de Etnografías Visuales y Ensayos Fotográficos en las Ciencias Sociales, realizada en la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la UNaM el 29 de noviembre de 2016-. Los artículos y ensayos de Eva Bidegain, Ilana Reck, Delia Ramírez, Luján Oliveira y Ana Cecilia Gerrard permiten discutir y cuestionar los usos e implicancias variadas de la fotografía en la investigación social y establecer, en la diversidad de contextos y experiencias de campo narradas y mostradas en cada trabajo, el lugar de la fotografía para cuestionar la alteridad, visibilizar y legitimar a sectores subalternos, tensionar la relación entre registro escrito y visual, y, finalmente, repensar nuevos abordajes metodológicos para la etnografía y para las ciencias sociales en general.
En la Sección Homenaje brindamos un tributo al fotógrafo y realizador audiovisual Humberto Carrizo. Desde su Córdoba natal, Carrizo se radicó en Misiones y desplegó su trabajo y su arte desde este lugar comprometido con una forma ética de representar en imágenes al paisaje y a los hombres y mujeres de la región, al mismo tiempo que construyó vínculos estrechos y profundos con colegas, amigos y alumnos en quienes dejó huellas. Hoy son ellos quienes las reconocen como parte de un legado. Sebastián Korol, y un grupo de nuestros editores, coordinan la sección. Ellos se abocaron a la tarea de recoger testimonios, obras artísticas y documentos para trazar la biografía de Humberto y componer este homenaje de una forma creativa y poco habitual en nuestra revista -que seguramente sorprenderá a los lectores bajo el título “El hacedor de imágenes”. También, es inédita en este número la articulación que logramos entre la Sección Homenaje y la Sección En Foco ya que en esta última se exponen algunas fotografías de Humberto y el valioso testimonio de su colega Marcos Otaño, con quien compartió la Muestra a la que estas fotografías pertenecen.
En la Sección Artículos, Patricio Subirol analiza la novela “Ni muerto has perdido tu nombre” de Luis Gusmán, para reflexionar sobre los desaparecidos por el terrorismo de Estado en Argentina revisitando la tensión entre la presencia y el olvido, el presente y el pasado, pero desde el lugar de la escritura y de cómo en ella se imbrican los cuerpos y las ausencias. El artículo se denomina Escritura, espacio y ausencia en “Ni muerto has perdido tu nombre” de Luis Gusmán. Dice el autor, como epítome de su perspectiva: “Mientras la palabra hablada se escamotea y no logra poder hacerlo, la escritura resignifica el espacio de la muerte, articula el relato y permite esa necesaria conexión entre la falta y ese mundo que prefirió, por miedo o complicidad, mirar para otro lado”. Por su parte, Belarmina Benítez de Vendrell expone en el trabajo El presente de la comunicación científica el estado de situación de la comunicación, difusión y socialización de los conocimientos en el marco de lo que se denomina “nuevo paradigma de la comunicación científica”, básicamente producido por la tecnología digital. La autora no deja de destacar la importancia que una clara comprensión de este universo tiene para el desarrollo de los países periféricos y las disposición de nuevos sistemas de información colaborativos y aplicables a la resolución de sus problemas.
Al igual que los Artículos, dos son las Reseñas que damos a conocer en este número. Raquel Alarcón, en su reseña “Lecturas umbráticas de una tesis”, nos acerca la investigación de Gustavo Simón, recientemente presentada en el marco de la Maestría en Semiótica de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales, denominada: “Umbrática. Semiósis de sombras instaladas como escritura”. Por su parte, Amanda Ocampo reseña la tesis de grado de Licenciatura en Turismo de Mariela E. Núñez, titulada: “Revalorización del Patrimonio Jesuítico de Concepción de la Sierra como Recurso Turístico”.
El artista plástico Ignacio de Lucca nos ofrece algunas de sus obras para ilustrar la revista en esta ocasión, otorgándole un carácter bellamente distintivo a nuestra propuesta estética.
Al final de esta presentación del nº 8, que a la sazón se convierte en nuestro primer número indexado, queremos dar la voz a dos de nuestros lectores y en ellos nuestro agradecimiento a todos los que nos escribieron para darnos sus gentiles salutaciones por la indexación. Si bien ambos testimonios constituyen elogios a nuestro trabajo, no es por vanidad la referencia, sino porque estamos sumamente agradecidos por la evidencia que nos devuelven de la imagen y sentido de la revista que hemos querido construir con nuestro trabajo arduo y silencioso desde los comienzos. Y al parecer lo hemos logrado:
(…) más allá de haber sido incorporada la revista en Latindex, han creado un espacio de difusión de las investigaciones con un sentido crítico-académico importante y plural en las perspectivas y con los grupos del ámbito de nuestra Universidad y fuera de ella (…)
(…) La Rivada es un gran aporte e incorpora una concepción estética, ética y política que discute con los sentidos establecidos, lo cual no es poco”.
Redoblamos nuestro compromiso y nuestro esfuerzo para que lo siga siendo.
Los editores
Julio de 2017