El 5 de junio de 2015 se celebró el acto por el cual la Universidad Nacional de Misiones entregó el título Honoris Causa con Mención Especial al Mérito Socio-cultural al músico misionero Chango Spasiuk. No fue en un recinto académico sino en las instalaciones del nuevo Comedor Universitario del barrio El Palomar, un símbolo del espacio estudiantil por excelencia y un lugar significativo en la vida del propio homenajeado. Tampoco fue un acto solemne regido por las normas del protocolo, aunque lo fundamental de este tipo de ceremonia formal se cumplió, ya que la escena se vio desbordada por la emoción, los aplausos y la música con que amigos del Chango coronaron el encuentro. Y lo que comenzó siendo un episodio académico, culminó en un fraterno fogón entre artistas que, junto al Chango, deleitaron a todos los presentes al ritmo de chamamés y otros temas del repertorio regional.
La Resolución 022/15 del Consejo Superior de la UNaM, fechada en abril de 2015, señala, entre otros argumentos, que “la distinción que se le otorga al Sr. Horacio Eugenio Spasiuk simboliza el reconocimiento a su vasta trayectoria de compositor y acordeonista que constituye un importante aporte en la difusión de la cultura musical de nuestra tierra”.
Seguramente, algunas personas han estado involucradas en la promoción del proyecto de Título Honoris Causa para el Chango, pero, sin duda, esta iniciativa representa como ninguna otra el deseo de toda una comunidad regional que valora no sólo su obra sino también su ética como persona y como artista.
Ese día, luego de la presentación del Rector Javier Gortari, el Chango pronunció unas palabras que le salieron del alma para tocar la sensibilidad de todos los amigos, familiares, docentes, estudiantes y personal de la Universidad que compartieron el momento. Las palabras del Chango hilvanaron emotivamente momentos significativos de su biografía y señalaron las fuentes de las que se nutre su música. Aunque ensayó una suerte de apunte para no olvidarse de personas, lugares y situaciones que deseaba reconocer ese día, pronto ese papel fue eclipsado por la emoción que lo embargaba. Las palabras le salieron improvisadas pero profundas y genuinas, desde un lugar que sólo él conoce: el lugar de la historia y la cultura que lo constituye como persona y al que todo el tiempo el músico tributa con su arte y sus posturas frente al mundo.
La Rivada quiere acercar a sus lectores las palabras del Chango. Transcribimos su discurso con la imperfección que ello implica, pero con la convicción de reconocer la fuerza de la oralidad de alguien que no sólo es un excelso compositor sino que también es un gran cultor de la palabra, porque él sabe de su potencia, de lo que transmite y de lo que es capaz de hacer con ella. Es la palabra del Chango la que restituimos ahora, con la humildad que lo caracteriza y la dimensión de verdad que lo atraviesa. Una paradoja nos llama la atención: con el título Honoris Causa, la comunidad universitaria pretendió rendirle un homenaje al Chango, sin embargo, fue el propio Chango el que devolvió un profundo homenaje a la Universidad Pública que él valora inmensamente en la constitución de su persona y de su arte. Esa reivindicación de la Universidad Pública que hace el Chango es el gesto noble de un hombre que no olvida de donde proviene. El Chango viaja con su música por cielos infinitos pero lleva siempre en su corazón el testimonio profundo de su cultura y de su gente.
Esperamos que los lectores disfruten de las palabras del Chango, este “misionero altivo” que admiramos tanto.