En este Dossier de La Rivada ponemos a consideración de nuestros lectores tres artículos que abordan como foco de estudio al Imperialismo y a los mecanismos que éste despliega en dos escenarios concretos del mundo contemporáneo: África y América Latina.
El Imperialismo no es una fase histórica o un formato del capitalismo que pueda ser exhumado arqueológicamente, sino un conjunto de mecanismos de dominación económica y cultural que operan al servicio de los poderes hegemónicos mundiales. Los artículos de los autores que integran esta sección, nos obligan a restituir con agudeza, como parte de la agenda de reflexión del mundo actual, la cuestión del fenómeno imperialista que, por diversos motivos, ha sido reemplazado, distorsionado o eliminado no sólo como categoría analítica en las ciencias sociales y como clave de interpretación geopolítica, sino también como hecho material en el marco de diversos reduccionismos o de nuevos sucesos que ocurren en el mundo pero se los excluye o no se los considera como de naturaleza imperialista.
La puerta de entrada a esta posibilidad es el artículo Las categorías Imperio e Imperialismo: las cosas por su nombre del antropólogo Roberto Abínzano que aborda el desafío de poner en cuestión los diversos enmascaramientos conceptuales que algunos autores han producido para quitarle potencialidad a esos términos. Este autor demuestra las implicancias no sólo teórico-epistemológicas sino también políticas de ese hecho. En un lúcido “despeje” conceptual, Abínzano discute las categorías Imperio e Imperialismo en relación con otras como globalización, sistema-mundo, mundialización o sistema imperial, rescatando las divergencias y/o solidaridades epistémicas entre ellos y denunciando la perversidad de ciertas perspectivas cuando ocultan la relación que tienen ciertos significados con sistemas ideológicos-conceptuales para servir –precisamente- a los intereses imperiales. Su trabajo, sin embargo, no es sólo de reflexión metadiscursiva sino que avanza hasta describir hechos concretos que demuestran las líneas de fuerza actuales en que se configura el capitalismo actual, sus modos de operar imperialistas y las resistencias, que en la región de la Triple Frontera, organizaciones y movimientos sociales oponen tanto a la instrumentalización material del imperialismo (con sus bases de operaciones militares y de espionaje) como a los intentos de conformación de un imaginario mundial sobre la zona presentada como un territorio de narcotráfico, de terrorismo fundamentalista y de violencia.
Sonia Winer y Lucas Melfi en su artículo Intervención estadounidense en África: de “huella reducida” a ofensiva combinada, tratan la nueva estrategia imperialista norteamericana en ese continente. Analizan cómo esa estrategia no desdeña las tradicionales y permanentes metodologías de control militar y cultural pero empleando ahora nuevos resortes que implican el descentramiento de las bases de control fuera de África y la influencia de los planes de desarrollo y educación que ocultan la formación de cuadros locales al servicio de las necesidades geopolíticas en la nueva correlación de fuerzas mundiales y la explotación empresarial privada de los recursos económicos. El núcleo de atención es el AFRICOM, institución brazo del Departamento de Estado norteamericano y la USAID, una agencia estadounidense para el desarrollo internacional. La novedad de la intervención imperialista para los autores, radica en dos aspectos fundamentales: a) la combinatoria del armado de infraestructura militar portuaria y aeroportuaria en diferentes países del África con bases de control en países europeos y los programas para la formación de líderes locales que puedan luego favorecer y velar los intereses imperialistas; y b) la clandestinidad relativa de los mecanismos que enmascaran las intervenciones a los ojos de la sociedad norteamericana y hacen creer que la presencia bélica estadounidense en África se ha reducido o se ha reservado a objetivos exclusivamente humanitarios. El resultado es la existencia de una estatalidad imperial que argumenta su presencia sobre focos de ingobernabilidad, o en teatros regionales controlados por grupos terroristas o fundamentalistas desprofesionalizados, aislados, encapsulados, que operan en países desgobernados. Para ello, le es necesario al imperialismo, según Winer y Melfi, siguiendo a Calvo Alberó y a Harvey respectivamente, ganar las mentes y los corazones de la población civil con políticas de adoctrinamiento a fin de obtener consenso para el montaje de operaciones violatorias de los derechos humanos y de las leyes internacionales y “defender los intereses corporativos empresariales ligados a un modelo extractivista de acumulación por desposesión de la vida popular africana”. Una advertencia interesante de los autores en este trabajo es que toda esta “nueva” política de intervención, crea un teatro geopolítico en ciernes para el imperialismo norteamericano de cara a un mundo donde el eje de países asiáticos, con China a la cabeza, ya ha puesto sus intereses económicos en este continente.
Por su parte, el artículo de Leandro Morgenfeld Obama y América Latina presta atención a la reconfiguración de las relaciones entre EEUU y América Latina a partir de la asunción del demócrata Barak Obama a la presidencia de aquel país. Hace foco para ello en las Cumbres de las Américas de 2009 celebrada en Trinidad y Tobago y en la de 2012 realizada en Cartagena, Colombia. Analiza el proceso entre una y otra cumbre de presidentes como un arco que–metafóricamente- va de la ilusión a la decepción. En efecto, el espacio de esperanza que abrió la presidencia de Obama para los países de América Latina luego de la derrota del ALCA, chocó con los núcleos duros del imperialismo estadounidense como la eliminación del bloqueo a Cuba, la incorporación de este país a las reuniones de los organismos internacionales y la cuestión del narcotráfico. Morgenfeld desnuda el momento de debilidad del estado norteamericano por la crisis económica interna como factor decisivo para que Obama abriera el dialogo con los líderes de su patio trasero y al mismo tiempo describe el creciente fortalecimiento de la unidad latinoamericana con la creación de instituciones de cooperación propias (CELAC, UNASUR, ALBA), la solidaridad entre los gobiernos progresistas de la región nucleados en torno al liderazgo de Chávez y su propuesta de unidad continental bolivariana. El autor analiza las estrategias de reconfiguración de las relaciones de la Casa Blanca con los gobiernos latinoamericanos en la coyuntura en que estos gobiernos fueron capaces de generar y articular una agenda propia. Morgenfeld concluye advirtiendo que en la actualidad, y luego de ese proceso, subsiste una “nueva ofensiva imperialista, que aprovecha las debilidades del bloque bolivariano, para reintroducir la agenda neoliberal”: por un lado, la seducción con ofrecimientos de acuerdos de libre comercio, asistencia financiera, inversiones; y, por otro lado, una decidida política de amenazas de todo tipo (intervenciones militares, espionaje, desestabilización, control comunicacional, exclusión comercial, etc..) para quienes se opongan o resistan a sus planes. Mientras espera una reconstrucción y fortalecimiento de la integración latinoamericana desde abajo que enfrente a los poderes hegemónicos movilizados por el imperio estadounidense, Morgenfeld duda de que, si las cosas permanecen como hasta ahora en el contexto presente, se celebre la próxima Cumbre de las Américas prevista para 2015.
Los tres artículos que presentamos en el Dossier, además de bridarnos análisis relevantes para los casos tratados y de volver a restituir al Imperialismo a la vez como una categoría de análisis y un fenómeno histórico que sigue teniendo cruda vigencia, también constituyen aportes lúcidos para entender algunas claves de la reconfiguración real (y potencial) de la geopolítica del capitalismo contemporáneo. Esperamos que los lectores los disfruten.