No sabemos cuánto dura el luto. Sólo tenemos la certeza de que se trata de un proceso particular, aunque nos pueda interpelar de manera colectiva. El fallecimiento de Héctor Eduardo Jaquet en mayo de 2020 impactó en la comunidad académica de la FHyCS-UNaM. La dificultad en asimilar esta situación (tan característica de gran parte de nuestras culturas occidentales) tiene mucho que ver con el hecho de que realicemos este homenaje un año después de su partida física. Héctor no sólo fue el fundador de esta revista, sino también, mentor, colega y/o amigo, para quienes formamos parte del Comité Editor de La Rivada. Esta es la razón por lo que esta tarea ha sido dolorosa y extenuante (como subir una pendiente, similar a la que se refería Héctor cuando bautizó nuestra publicación).
Más allá de la tristeza inherente al hecho de llevar a cabo la sección en estas circunstancias, nos hemos encontrado con una dosis inconmensurable de afecto, admiración y estima por parte de los colegas que han compartido sus textos y obras. Algunos compañeros y compañeras invitados a participar nos manifestaron su imposibilidad de concretar sus escritos, por verse imposibilitados aún en asimilar la pérdida de Héctor. Comprendemos y valoramos sus sentimientos, ellos también han compartido, al igual que nosotros, proyectos, viajes y agasajos con él.
En estas páginas Héctor es recordado y retratado en sus diversas facetas: como docente, historiador, editor, documentalista y amigo. Sin embargo, un don del que no nos habíamos percatado conscientemente y que sobresale en las palabras de más un camarada, radica en su capacidad de escuchar al otro, es decir, de verlo y prestar atención a sus inquietudes y anhelos, de ser parte de ellos. Dicha aptitud se inmiscuye en gran parte de los relatos de personas que conocieron a Héctor en diversos momentos de su vida, y que fueron interpelados por la pasión y el compromiso que este amigo en común emanaba en cada actividad con la que se comprometía.
Es probable que este recorrido a través de diversas voces e imágenes llevará por el sendero de las lágrimas, pero también lo hará por el de las risas y las añoranzas, ya que la persona y la obra de Héctor persiste en todos nosotros, a través del aprendizaje constante que tuvimos junto a él, como así también de la fortuna de haber disfrutado de los momentos de intensos diálogos y de compartir su particular sentido del humor.
Nuestro agradecimiento está expresado en cada párrafo y pixel de este homenaje.