Homenaje a Carlos Tereszecuk (1952-1976)

En los primeros días del mes de septiembre de 2018, se identificaron los restos óseos de Carlos Enrique Tereszecuk, enterrados en una fosa común en la localidad correntina de Empedrado. Luego de más de 42 años de búsqueda, sus familiares, amigos y compañeros pudieron dar cierre al luto ad infinitum que constituye la desaparición de un ser querido. Al igual que sucedió con muchos jóvenes de su generación, el Proceso de Reorganización Nacional puso un fin abrupto a su militancia. O al menos eso es lo que puede verse superficialmente. Durante estas cuatro décadas, su nombre, y sobre todo su obra, hicieron eco no sólo en sus allegados, sino también en nuevas generaciones que lo tomaron como referente de un modo de hacer política para y desde el pueblo.

Por todo esto, la propuesta de realizar este homenaje desde el Comité Editor de La Rivada fue espontánea, así como la predisposición y el ahínco de las personas que participaron del mismo.

Aquí no hay una narración en primera persona, individualizada, sino voces de una memoria colectiva, las voces de un recuerdo presente, voces que recuperan momentos, escenas e imágenes recurrentes como la de su trabajo constante con el mimeógrafo, la herramienta con la cual Tereszecuk se internaba durante horas en el Centro de Estudiantes y con la que él, hombre de pocas palabras, reproducía cientos de veces las palabras que el estudiantado necesitaba para rendir en tiempo y forma sus exámenes.

 

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