“Los consejos del maestro”

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Por Carolina Diez

"Quien nombra, llama. Y alguien acude, sin cita previa, sin explicaciones, al lugar donde su nombre, dicho o pensado, lo está llamando.
Cuando eso ocurre, uno tiene el derecho de creer que nadie se va del todo
mientras no muera la palabra que llamando, lo trae".
Las palabras andantes.-Eduardo Galeano

Siempre será temprano y difícil lograr una secuencia lógica y organizada que incluya la pila de vivencias compartidas y el profundo agradecimiento para mi querido maestro, profesor, jefe, director, amigo, colega, padre postizo: Leo. La memoria sorprende y se aprende, es verdaderamente un ejercicio cotidiano. La única certeza -entre tanto misterio- es que te nombramos y nombraremos Leo, en cada anécdota y consejo recibidos.

Como dice Galeano, "nadie se va del todo cuando nombramos" ese es el motivo de este acto de reconocimiento. Tomo la palabra y subrayo que sobrevuela el sentimiento en este breve relato. Debo decir, además, que no es una tarea sencilla escribir hoy, atravesando la profunda tristeza.

Uno de los dones de "nuestro gurú", fue el de "consejero". También recuerdo que nos deleitaba cocinando "para la tribu" deliciosos platos (curanto, feijoada, locro, pucheros, pollo al disco, asaditos, etc.); sin embargo, creo que las fiestas y reuniones, eran también un lugar para contar anécdotas y brindar generosamente la palabra. Fui testigo de esa práctica cotidiana y he recibido en ramillete de consejos para la vida, muchos de ellos sobre el oficio del antropólogo que me transmitió con compromiso y dedicación.

Sus innumerables consejos estaban repletos de humor -ácido y atrevido- y particular realismo en los "rituales del cafecito". Mi maestro me enseñó la importancia de la palabra, de la palabra precisa y real "Sin rodeos hay que ir al punto, luego ves la forma de decirlo", me repetía. Me enseñó, además, a estar presente, pues sus llamados eran frecuentes, pero sobre todo a escuchar, porque Leo escuchaba atento a todas las personas que desfilaban diariamente por la oficina del PPAS. Siempre lo vi aconsejar y preocuparse no sólo por las "carreras" sino por las relaciones entre las personas y sus historias.

Leo fue un constructor, instituyó espacios, no sólo la creación de la carrera de Antropología Social en Misiones y el Postgrado, sino en el sentido de "abrir caminos" para muchos. Distintiva fue su pedagogía de la pregunta y la reflexión, claramente anti acumulativa del conocimiento. Una vez respondió a mi pregunta: "¿Qué hay que leer para la próxima clase? Y dijo: "Lee nuevamente el mismo texto y ahora pregúntate: ¿Por qué este hombre escribió esto?". No era necesario leer montañas de bibliografía. En cada una de las clases lograba derribar el sentido común más osificado, "nos volaba la cabeza" dejando entrever que el mundo social y cultural lo construimos, siempre había una parte para completar, nos hacía pensar como locos.

Paradójicamente decía que la antropología la estudió por la igualdad humana y no por la diferencia. Frase claramente provocadora. Una vez observando un álbum de fotografías de distintas culturas dijo que las poses frente a la cámara de cada uno de los personajes eran semejantes, las reacciones frente al retrato "No hay que encontrar diferencias, sino más bien las recurrencias" y agregaba el ejemplo de cuando fue a Mongolia. "El país se frenaba para ver una novela mexicana de Verónica Castro" algo que parecía tan distante, pero "Los temas que aborda: la desigualdad, la tragedia y el amor, son típicos".

Como hombre hacedor, hombre práctico y sobre todo generoso en la escucha, me enseñó a cuestionar lo evidente. En estos días recordé una libreta donde apuntaba algunas palabras, cuando nos sentábamos frente a frente, Leo con algunas frases iluminaba el pensamiento y rompía los esquemas. Podíamos discutir, debatir con fundamentos, no había que estar de acuerdo.

Sobre el trabajo de campo muchos fueron los consejos "la gente siempre quiere hablar de sus cosas". Pero "una de las cosas más importante es la observación" esa fue una de las tantas marcas. "Siempre la gente miente, todos mentimos, es importante la observación en una etnografía. ¿Viste como la gente le hace ropa a las cosas? Una vez fui a una casa en una chacra y todo tenía ropita, la garrafa del gas hasta la tetera, etc. etc. etc. a eso me refiero" "Mirar todo el tiempo, en distintos momentos" "Solo los postmodernos trabajan con entrevistas únicamente, y las inflan como globos", "Es importante escribir todo lo que viste".

En la escritura Leo era insistente "Tenés que ser más puntual" "Desde el principio, que la investigación, el informe diga y que se vea el punto del cual se está hablando" "Opta por oraciones cortas, párrafos breves, sin tantas oraciones subordinadas" "Hay que evitar en lo posible esas notas que me mandas en colores" "Uno tiene la tentación de estar escribiendo y reescribiendo todo el tiempo", "Hacé las cosas definitivas. Después hay tiempo de cambiarlas".

En relación a la tesis me dijo una vez "El problema del "marco teórico" no existe. Desde ese punto de vista, hay que animarse a crear categorías y analizar. Los capítulos de la tesis tienen que parecer una unidad interconectada, esa es la idea, pensalo así, eso te puede ayudar y aliviar" "A veces tener cosas escritas, eso también es un problema".

Fueron muchos los consejos sabios. El acompañamiento con las palabras de aliento "Vamos abejita industriosa" y confianza en cada uno de mis proyectos "Lo lograste Carola", "Todo va a salir bien". Siempre tenía una mirada sobre las cuestiones existenciales, sobre la vida, el misterio, la muerte, el amor, los proyectos, realmente no entran en el papel esos diálogos, pero una sonrisa y hasta carcajada aparece cuando recuerdo. Leo, esta letra se vuelve importante no por el contenido, sino porque te nombra.

Posdata: En el artículo en la revista desarrollo económico sobre "articulación social", Leo agregó al final, este dialogo entre Alicia y el gato:

Minino de Cheshire, ¿podrías decirme, por favor, qué camino debo seguir para salir de aquí?
-Esto depende en gran parte del sitio al que quieras llegar - dijo el Gato.
-No me importa mucho el sitio... -dijo Alicia.
-Entonces tampoco importa mucho el camino que tomes - dijo el Gato.
- ... siempre que llegue a alguna parte - añadió Alicia como explicación.
- ¡Oh, siempre llegarás a alguna parte - aseguró el Gato -, si caminas lo suficiente!

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